miércoles, 19 de noviembre de 2008

EL GENIO DEL PANTANO

Ani (SMS para papá) Preparate. Va tu cuento del sapo al blog.
Bandeja de Ani: no me plagies.
Bandeja de papá: Jamás.
Acá va el cuento...autoría de Guillermo González (para que no me haga juicio)
Era un pantano gris y sucio, con una constante bruma a nivel del agua, lo que lo hacía un lugar lleno de malos presagios, lleno de sanguijuelas peligrosas y también estaba "él", el protagonista de esta historia. Era un batracio (un sapo, bah) rengo, corto de vista y con un aspecto deplorable por donde lo miraras.

Como nuestro amigo en cuestión andaba a los saltos, mal (no se olviden que era rengo) solía quedarse colgando de alguna rama o caerse en el centro de un hormiguero, y así estaba cuando tuvo que escapar para no ser devorado por unas termitas gigantes que se sintieron amenazadas por algo tan desagradable que intentaron lincharlo, y el sapo, en su retirada, dio un mal salto, tal su costumbre, que cayó sobre algo metálico y quedó con su sucia panza fría colgando y tratando de zafarce de aquel metal hasta que con sus frotes despertó al genio de la lata del pantano (una versión más trucha que la de Aladino) que comenzó a salir en forma de un humo, en honor a la verdad, con un olor fétido, hasta transformarse en un grandulón de 1,95, con una reluciente cimitarra colgando del costado de la pierna derecha.

-¡Qué querés! - le dijo al sapo de muy mal humor, y al ver que este no podía hablar, sacando su espada y colocándosela entre los ojos al pobre bicho le dio el don del habla (trucho o no, era un genio)

- ¡Ya sé! ¡Querés el tema de los tres deseos! Como todos- le dijo, cada vez con más mal humor- . Bueno, está bien, te los concederé. Pero apurate porque cuando me sacaste de mi loft estaba con la Pradón arreglando el precio para un pe...pe...pequeño arreglo que le tengo que hacer en la casa ¡Dale, apurate!
El batracio estaba tieso como Tutancamón y atinó a decir qui...qui...quiero ser un elegante caballero.

¡Concedido! Y así como así apareció un rubio musculoso (tipo Brad Pitt) vestido con blancas sedas y botas negras contrastantes.

¡Dale, dale! Apuró el genio, largá el segundo!
Ya más seguro el ahora caballero dijo: "Quiero un blanco corcel con montura de oro y rubíes"...

¡Concedido!

Y allí estaba el mejor equino jamás visto por ojo humano...
-¡Te queda uno! -dijo casi gruñendo el impaciente grandote- ¡Dale que si se me va la Pradón te aplasto como a un sapo!

- Mi último deseo es tener a la princesa más bella que exista sobre la faz del planeta...

¡Concedido!

Y se escuchó un ruido; pero el caballero no veía nada, hasta que se le dio por mirar hacia abajo y entonces la vio...una hermosa sapa vestida con sedas y joyas...

- Pero...Pero... dijo el sapo.

- Pero qué? dijo el gruñón.

- Pero...¡yo te pedí una princesa y me diste una sapa!

-¿y tú qué eres? - dijo el genio frunciendo el ceño- no te dejes llevar por lo que ves, tu escencia es un sapo -dijo sacando su cimitarra y apoyándosela en el cuello al horrorizado caballero- Así que si quieres deshacer los tres deseos sólo hay una manera y te la estoy mostrando -dijo haciendo presión con la enorme espada sobre el cuello del caballero- ¡Tómalo o déjalo! ¡Pero ya!

-¡Lo tomo, lo tomo! dijo el pobre hombre a punto de desmayarse...

Y al grito de "Ya voy amor...." el genio se zambulló en su lata, la cual se perdió entre la bruma del pantano.

Cuentan los más viejos del pueblo cercano , que aún hoy se lo puede ver al caballero deambulando por el pantano montado en un matungo grisáceo, sin montura (la tuvo que vender para morfar) llevando en una caja de zapatos rotosa y sucia, a una sapa que lo va cagando a pedos todo el tiempo, mientras el pobre tipo le da (de vez en cuando) besos en la boca para ver si se repite la historia del otro cuento, pero ese es otro cuento...

Moraleja: nunca pidas lo que pueda ser que te sea concedido...