lunes, 23 de noviembre de 2009

Irremediable



Si el destino no hubiera trazado entre nosotros esta distancia de guerras mundiales y holocausto.

Si hubiera podido ofrendarte mi vida mi muerte lo que fuera, arroparte en vez de desnudarte y cubrirte con mi cabello como sólo se puede cubrir la maravilla.

Pero este amor fue desde el principio como pretender tomar un trozo de cielo y ahogarse de verano.

Hay pasiones tan condenadas como esos ríos que a los que no llega la lluvia y terminan secándose.

En las noches de desearte, retuerzo mi conciencia como un trapo húmedo porque la culpa es menos tuya que mía y debo sufrir en silencio como pez en la orilla.

Si no me persiguiera tu imagen, tu torso desnudo en actitud de entrega.

Si no tuviera que gritar hacia adentro y morder mis gemidos en madrugadas febriles de tu ausencia.

Sin tan sólo hubiera nacido antes y me hubieran llamado María Magdalena.

No hubiera dudado en ser tu puta.

No estaría tomando los hábitos y preguntándome por qué tuviste que morir en la cruz.