viernes, 10 de septiembre de 2010

A las piñas con las garrapiñadas




La semana pasada fui con La Thatcher --mi vieja-- a ver a Ismael Serrano. Cinco minutos antes de pasarla a buscar en el dunita, me cae un SMS.

--Espero la limusina.

Yo --Por supuesto, madame, no merece menos ¿lleva sus pieles?

Ella --Voy sencilla para pasar desapercibida ante los ojos de Ismael y por si me hacés empujar el auto.

Yo --Empujar el dunita sería lo mínimo que tendrías que hacer para amortizar el valor de la entrada...o el baile del caño, para el pancho y la coca.

Ella --Si hay que hacer algo deshonesto prefiero hacerlo yo antes que exponer a mi hija.

Yo -- Es que todo el tiempo me refería a vos.

Ella --Ja, pobre vieja, ¡entiende todo mal! Bueno, contá conmigo para traducirte las canciones.

Uno:

Aclaro a los fundamentalistas de la ecología que las pieles de mi madre no pertenecen a ninguna especie en extinción. Hay muchas más probabilidades de que se trate de un galgo desprevenido al que esquilaron en un barrio chino.

Dos:

Habrán notado que Ismael es español, por lo tanto, canta en español.

So, cuando La Thatcher dice que "cuente con ella" para "traducirme" las canciones es porque gusta de explicarme las letras IPSO FACTO, mientras la ronca voz del intérprete dibuja mundos paralelos, como si no pudiera comprenderlas por mí misma. My God. Años de terapia, llevo.

Para rematarla, en medio del recital se le ocurrió entrarle a las garrapiñadas.

--No estamos en el cine, ma.
--Ya sé, ya sé. ¡Señooooor! ¡Acá! ¡Queremos dos garrapiñadas!

Distingo que cualquier cosa se puede comer en cualquier lado --sí, sí, cualquier cosa, en cualquier lado he dicho-- pero ¡hay que tener en cuenta al prójimo inmediato!

O SEA... el crunch, crunch, crunch, de la masticada, ya de por sí indeseable en el cine, redobla su apuesta en un recital. Ni hablar del ruido del papelito.

Por si fuera poco, logró contagiar de esta fiebre de la garrapiñada a dos señoras de las cuatro décadas, ansiosas orales ellas, ubicadas en las sillas contiguas a la de La Tatcher. Muy cerquita. Y ya eran tres crunch, crunch, crunch, intermitentes, alternados.

Ya ven, soy una tipa de suerte.

:)


La noche en que mis ojos movieron los objetos






Anoche soñé que movía objetos con la mirada.

Fascinada por mi nuevo don hacía volar todo cuanto veía. Y cada vez que lo lograba me decía "es cierto, es cierto" y reía como loca, como cuerda.

Era en colores.

A las siete, cuando el celular activó su alarma, lo miré fijamente. Después me refregué los ojos y lo volví a mirar. Y otra vez. Y otra.

Pero no se movió ni medio milímetro de la mesita de luz.

Ufa.
Dos minutos después, miré fijamente el rollo papel higiénico en el baño, mientras me cepillaba los dientes.
Y a pesar de que tampoco voló, ni se mosqueó, me quedé todo el día con la sensación de que era cierto.
Las cosas se movían tal y como ordenaba mi mirada.