lunes, 18 de julio de 2011

Matteísmos...

El tiempo pasa...

Primer grado. Dictado. La palabra es Mario. Mi amiga María Eugenia fisgonea mi cuaderno.

-Lo escribiste mal, va con acento en la i -susurra.
-¡No! Va sin acento -le aseguro- si no sería Marío -hago hincapié en el acento.
- ¿Entonces por qué María sí lleva acento?

Confundida y con poco tiempo para reflexiones, le enchufo una tilde a la i de mi Mario y entrego la hoja mientras que mi amiga, también en duda, borra la tilde de su Marío y se saca un diez.

La anécdota pasa de largo como tren de carga por la cabeza de Matteo que parece concentrado en otros pensamientos, aunque escucha. Días después, mientras le hago cosquillas...

--¡Pará! ¡Pará o le digo a tu seño que te copiaste de tu amiga!
--Uhhhhhhhh, Matteo, eso fue hace un montón...
-- Tenés razón. Tu seño ya debe estar muerta ¿no?


Palabras que dan risa
Matteo se ríe solo en la cocina.

--¿De qué te reís hijito?
-- De un nene de la escuela.
-- ¿Y qué pasó con ese nene?
-- Tenía un aliento horrible.
-- ¿Y?
-- Le pregunté que había comido y me dijo "porotos"...

viernes, 15 de julio de 2011

Equilibrio

en mi infancia
coleccionaba frascos

cascarudos y lombrices
algunos con hormigas

también germinadores
eran mis elegidos

la mayoría de los bichos
moría
de asfixia
o aislamiento

eso sí
bien nomencladitos


hoy abrí todos los frascos

jueves, 7 de julio de 2011

Una de cal... (Sabiduría Matteísta)



Apestada (dísima)
Si mi garganta sonara sería un bandonéon en manos de un loco.

No es todo darling.

Lo que siento en mi cuello debe ser similar a lo que experimentan las gallinas cuando les retuercen el pescuezo previa cita con el puchero o el horno.

Atenti, espero que no sea la A, porque la gripe está declarada.

Así las cosas, té con leche con miel, bolsita de agua caliente y fiel al slogan de mi amigo el Topo Gigio "A-LA-CA-MI-TA"...

Y ahí viene Matteo con su "vuelo del águila" a arrojarse sobre mi humanidad cual gladiador alado. Aughhhhhhh.

-Dejá esa taza, mami, que te voy a hacer unos mimos.

El paraíso terrenal no puede tener otra consistencia que la de sus húmedos besos en mis mejillas afiebradas. Me prendo de su ofrenda como jubilada a la cartera a la salida del banco.

Con cuatro frazadas de testigo inventamos un juego. Él piensa una palabra y me dice con qué letra empieza y termina. Yo tengo que adivinar cuál es la palabra.

--Ojito ¿Eh? Si adivinás te pego --advierte.

Con tales reglas no hay demasiadas chances de aventurarse a la victoria, al menos no sin cierta tendencia al masoquismo. Como no adivino Matteo intuye que, por burra, me tiene que pegar igual.

-Momentito, Sr. Usted me engañó. Me dijo que iba a hacerme mimos y ahora me quiere pegar.
-Pero te hice mimos...
-Sí, sí, pero ahora me quiere surtir a palos.
-Y bueno, Ani, así es la vida...